Publicado en 26-09-2022 | Innovación
La palabra fachada proviene del italiano “facciata” y se define como el paramento exterior o conjunto de caras exteriores de un edificio, el cual tiene un papel técnico y estético importantísimo.
Técnicamente, la fachada, junto con la cubierta, actúa como primera barrera frente a las inclemencias meteorológicas, es la que nos aísla y protege del exterior. A través de sus aberturas permite la entrada de luz y la ventilación en aquellas construcciones que así lo requieran. Además, su diseño, tanto en nueva construcción como en rehabilitación, puede suponer un ahorro energético a corto y medio plazo.
A nivel estético, la fachada es la única parte del edificio que se percibe desde el exterior y tiene la función de comunicar mediante un mensaje propio derivado de su concepción. Por ello, merece una valoración especial en cada detalle referente a su estética y calidad. Una fachada bien proporcionada en colores y materiales, que facilite la conexión entre el interior y el exterior, generará una primera atracción en el viandante, invitándole a entrar.
La importancia de la primera impresión
Desde una pequeña vivienda revestida con baldosas clásicas, hasta grandes marcas como Apple o Louis Vuitton usan sus fachadas como expresión arquitectónica para vislumbrar los primeros elementos que luego hallaremos en el interior del recinto. En interiorismo, el recibidor de una vivienda concentra muchas pistas de lo nos encontraremos a continuación. El efecto de esa primera impresión sería aún más positivo al incluir en la fachada un diseño que dejara al usuario con ganas de más.
Por ejemplo, en un espacio comercial, la fachada puede ser una potente herramienta de venta. El objetivo en el momento de la proyección puede ser diferenciarte de tu competencia, haciendo que el cliente asocie un producto o marca con la imagen del establecimiento, siendo una invitación táctica a entrar y potenciar la compra. Además, un buen diseño lumínico seguirá atrayendo todas las miradas, incluso en un ambiente nocturno.
Hacer de una fachada un elemento que no sólo comunique, sino que refleje una identidad con personalidad y estilo es el objetivo de quienes trabajan por una arquitectura más profunda y comprometida, convirtiendo esa piel exterior en su carta de presentación.
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Maria Vendrell, Cladding Technical Manager